“Lo reconocí de pronto, paseando con su esposa, Mary Welsh, por el bulevar de Saint Michel, en París, un día de lluviosa primavera de 1957. Caminaba por la acera opuesta en dirección del jardín de Luxemburgo, y llevaba unos pantalones de vaquero muy usados, una camisa de cuadros escoceses y una gorra de pelotero.Lo único que no parecía suyo eran los lentes de armadura metálica, redondos y minúsculos, que le daban un aire de abuelo prematuro. Había cumplido 59 años, y era enorme y demasiado visible, pero no daba la impresión de fortaleza brutal que sin duda él hubiera deseado, porque tenía las caderas estrechas y las piernas un poco escuálidas sobre sus bastos”.

Gabriel García Márquez se encontró con Hemingway una tarde de 1957, sobresaltado por la oportunidad de conocer a uno de los más grandes de la literatura, el colombiano se enfrentó a la decisión de entrevistarlo o mostrarle su admiración. Gabo platica, en una columna de El País de 1981, que ante su “inglés rudimentario” y la poca seguridad del “español de torero” de Hemingway, decidió saludarlo desde la otra acera. Así, en una lluviosa París, dos grandes plumas cruzaron miradas y breves saludos, marcando las calles de la ciudad de la luz con un gran encuentro más en su historia.

El escritor estadounidense, participante activo de las dos guerras mundiales y personaje central del París de los años 20, fue considerado por New York Times como el escritor más importante desde Shakespeare. Con cientos de anécdotas que hablan de su valentía, coraje y ferocidad, la propia vida de Hemingway da para escribir cientos de historias. Papa, como le llamó el grupo de soldados que guió en la Francia ocupada, es quizá uno de los personajes más interesantes del Siglo XX, y en aras de conocer más al estadounidense que sobrevivió a casi todas las enfermedades existentes en su época, te presento una serie de datos que quizá no conocías del escritor.

Hemingway contra los nazis

Durante la Segunda Guerra Mundial, Hemingway trabajó como corresponsal de guerra para la revista Collier. Como el fotoperiodista, Robert Capa, Ernest estuvo presente en el Día D, sólo que permaneció a bordo de los navíos debido a que era considerado “muy valioso como para perderlo”. Una vez en tierra, Hemingway consiguió permiso para realizar operaciones de inteligencia en el pueblo de Ramboullet, hecho que lo convirtió en el líder de un grupo paramilitar de soldados franceses, civiles y un agente secreto. Su pequeño pelotón se refería a Hemingway como Papa, Capitán o Le Grande Capitan, encumbrando así algunos de sus apodos más famosos.

La historia cuenta que Hemingway vistió uniforme de coronel, guió personalmente a sus tropas en la batalla y construyó un escuadrón de espionaje adelantado a la principal columna de los ejércitos aliados. Según el propio Hemingway, su unidad fue la primera en entrar a París, recuperando el Hotel Ritz un día antes de la liberación oficial por parte de los aliados. Su participación activa en la guerra quebrantó las normas de la Convención de Ginebra, por lo que Hemingway enfrentó cargos ante una corte marcial, la cual evitó a través de mentiras y testimonios de sus allegados. Sobrevivió a la guerra y recibió una estrella de bronce del ejército de Estados Unidos.

Agente de la KGB

El Comité para la Seguridad del Estado, la agencia de inteligencia de la Unión Soviética, reclutó a Ernest Hemingway como espía después de que conoció a múltiples agentes soviéticos en Cuba e Inglaterra durante la Guerra Fría. Bajo el nombre código “Argo”, Papa probó que sus habilidades residían en la máquina de escribir y no en la filtración de información. Según lo revelado por el ex agente Alexander Vassiliev, Hemingway era un muy mal espía, pues proporcionaba información inútil o incompleta.

Paranoia

Hemingway siempre creyó que era espiado por el FBI, un hecho que causó que sus amigos supusieran que el escritor se había vuelto loco. Sin embargo, documentos revelados en 1983, afirman que el FBI sí espió las acciones del héroe de guerra, intervino sus teléfonos, siguió su carro e inspeccionó sus cuentas. El propio John Edgar Hoover, primer director del FBI, estuvo involucrado en el espionaje, y afirmó que el espionaje se debió a las relaciones del escritor con Cuba.

Gatos de seis dedos

En 1931, Hemingway recibió un gato blanco con seis dedos, polidactilia, a quien llamó Snowball. Obsesionado con la mutación genética particular, Ernest terminó rodeado de 50 gatos en su propiedad de Key West. El escritor estadounidense hizo tanto por “promover” a esta raza que hoy se conocen como gatos Hemingway. Su casa, convertida en museo, está repleta de múltiples gatos con seis dedos que tienen libertad de deambular por la propiedad.

Capitán Hemingway

Las habilidades de pesca de Hemingway fueron ampliamente reconocidas por sus amistades, capacidad que se remonta a 1934, cuando con las ventas de un libro de historias cortas, Hemingway compró un yate de 38 pies que nombró Pilar. Surcando el mar con su característica barba, Papa reafirmó sus habilidades en pesca, pues en 1935, el estadounidense pescó un tiburón, y mientras peleaba con él a bordo de su bote, se disparó en ambas piernas con un revolver Colt. Años después, junto con su amigo Mike Strater, pescó un marlin de más de 4 metros de longitud, aunque tuvo que pelear férreamente para llevarlo a bordo. Algunos tiburones se acercaron para devorar al marlin, y para impedirlo, Hemingway les disparó con una ametralladora Thompson, aunque ello causó más sangre en el mar y por ende, más tiburones. Cuando la gran pelea entre el marlin gigante terminó, la mitad de su cuerpo había sido arrancada por los tiburones, y a pesar de ello, el pescado pesó alrededor de 227 kilogramos.

La leyenda de Hemingway como pescador es tal que en 1960, Fidel Castro organizó el concurso de pesca “Torneo Hemingway”.

El Premio Pulizter y el Nobel

Hemingway ganó el Pulitzer en 1953, por El Viejo y el Mar. Después de eso, Papa afirmó que nada que escribiera después podría superar lo hecho con esa novela. Un año después, el Comité Nobel le otorgaría el máximo galardón literario por “su maestría en el arte de la narrativa, recientemente demostrado por la obra “El Viejo y el Mar”, y por la influencia que ha tenido en el estilo contemporáneo”.

Cazador de submarinos alemanes

Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, la marina estadounidense pidió a voluntarios civiles que ayudaran a patrullar las costas a bordo de sus yates privados. Los voluntarios, conocidos como la Hooligan Navy, patrullaban las costas y reportaban vía radio sus rondines, excepto Hemingway. A bordo de su yate, nombrándose Capitán, Papa patrulló las costas de Cuba con la intención de hundir submarinos alemanes, con una combinación entre ametralladoras y granadas de mano.

A bordo del yate, junto con algunos busca pleitos, un empresario millonario y un soldado de la marina, el plan consistió en atraer a los submarinos con una presa fácil: el propio yate. Para evitar el uso de torpedos, los submarinos saldrían a la superficie para usar las armas externas, momento en que la tripulación arrojaría granadas a la torre del submarino y utilizaría la ametralladora. Nunca se probó que la tripulación de Hemingway hundiera un submarino, lo que nos lleva a pensar que se trató de un pretexto para pescar en altamar y emborracharse.

El alcohol y la escritura no se combinan

En entrevista, Hemingway respondió a los rumores de que bebía una jarra de martinis cada mañana: “¡Jesús Cristo! ¿Has escuchado de alguien que beba mientras trabaja? Estás pensando en Faulkner, él lo hace a menudo, y puedo darme cuenta, a la mitad de la página, cuando ha empezado con el primero. Además claro, ¿quién demonios mezclaría más de un martini al mismo tiempo?”.

El pene de F. Scott Fitzgerald

A Moveable Feast, recopilación de historias durante su estadía en París, Hemingway compartió algunos de sus momentos con el escritor de Great Gatsby, quien le confesó que para su esposa Zelda, su pene era demasiado pequeño. Fitzgerald le pidió a Hemingway que lo acompañara al baño para revisarlo personalmente, y Papa lo evaluó como uno “perfectamente normal”. Incluso le dijo lo siguiente: “Te ves a ti mismo desde arriba y por eso parece más pequeño. Ve al Louvre y mira el pene de las estatuas, luego ve a tu casa y mira tu perfil en el espejo”.

Adiós a las armas

El periodista estadounidense, George Plimpton, entrevistó a Hemingway en 1954, en un pequeño café de Madrid, donde le preguntó qué tanta reescritura hacía en sus obras, a lo que Ernest contestó: “Eso depende. Reescribí la última página de Adiós a las armas 39 veces antes de quedar satisfecho”. El periodista siguió indagando y quiso saber si había algún problema técnico o qué hacía cada vez que lo corregía. Hemingway respondió: “Encontraba las palabras correctas”.

El gallo de pelea de James Joyce

La amistad entre ambos escritores ha sido ampliamente documentada por sus biógrafos, y se sabe que gustaban de beber en los cafés y bares de París, en los que Joyce solía empezar peleas que pocas veces él concluía. Sin que se sepa la razón detrás de las peleas, se sabe que Joyce, con la vista limitada, siempre pedía la intervención de Hemingway para lidiar con aquellos con quien peleaba. Bastaba que Joyce le gritara a Hemingway, hombre curtido en múltiples peleas de box, para que éste saliera en su defensa y ganará todos los rounds de la primera y última pareja literaria de box en la historia.

Hemingway, el sobreviviente

Hemingway cuenta con una gran lista de accidentes y heridas, memorias de una vida llena de aventuras. Además de los fragmentos de mortero de la Primera Guerra Mundial, también tenía heridas de las balas resultado del enfrentamiento con el tiburón, sobrevivió al ántrax, la malaria, neumonía, disentería, cáncer de piel, hepatitis, anemia, diabetes y presión arterial alta, y sólo su escopeta pudo con él.

Por si la leyenda no fuera lo suficientemente heroica para otorgarle un lugar al escritor dentro del Olimpo, el estadounidense también sobrevivió a dos accidentes aéreos durante su último viaje en África del Este. El primero de ellos ocurrió en la selva de Uganda, donde la noticia del accidente provocó que se escribieran algunos obituarios en Estados Unidos. Tras el accidente, el piloto, su esposa y el propio Hemingway acamparon en medio de una reserva de elefantes, y tras ser rescatados, la pareja Hemingway sufrió un nuevo accidente. En este caso, el piloto tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia para evitar a una parvada, provocando que el avión se incendiara tras el choque. Papa, en medio de la confusión, rompió una de las puertas, sacó a su esposa y al piloto a pesar de tener quemaduras de primer grado, hemorragias internas, el hígado y el riñón lastimados, la columna vertebral dañada y el cráneo fracturado. “Mi suerte, está corriendo muy bien” respondió a los reporteros que lo entrevistaron ese mismo día.

El Final

Diagnosticado con depresión, Hemingway fue tratado en la Clínica Mayo, donde recibió terapia de electroshock, misma que causó que enfrentara dificultades para escribir. Su depresión aumentó con otros problemas de salud, como la diabetes, presión arterial alta y sobrepeso. Tras dos intentos fallidos de suicidio, volvió a la clínica y recibió electroshocks nuevamente. Con su cerebro dañado por la terapia, Hemingway no volvió a escribir, y poco después de volver a su casa. La mañana del dos de julio de 1961, el escritor estadounidense Ernest Hemingway se suicidó con un escopetazo en la cabeza. Reconocido como uno de los mejores escritores de la literatura universal, Hemingway siempre tuvo fascinación por los suicidios, tema presente en algunas de sus obras.

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Literatura embriagante

La Muerte Narrada por Hemingway

El día que Hemingway se cruzó con otro grande